Autoridades, Jóvenes becarios, amigos todos:
Sean mis primeras palabras para felicitarles de corazón a todos y cada uno de los 50 jóvenes estudiantes panameños, quienes, habiéndose ganado las becas del gobierno e instituciones docentes superiores de la República Popular China para la República de Panamá correspondientes al presente año, en pocos días se van a embarcar en un viaje allende el mar para cursar estudios universitarios en mi país.
Les felicito en mi condición de embajador chino en Panamá por cuanto su inminente viaje marca otro paso dado en la dirección del fortalecimiento de las relaciones de amistad y cooperación entre nuestros dos países, en genuina muestra de la voluntad política abrigada por los dos gobiernos de seguir echando adelante la robusta y amplia agenda bilateral, de la cual el intercambio educativo y capacitación de recursos humanos constituye un pilar fundamental y una alta prioridad; y ello me llena de satisfacción como representante oficial chino en Panamá.
Pero también les felicito como su homólogo, esto es, salvadas las diferencias generacionales, o sea como un nostálgico ex-becario, quien, por estas mismas fechas hace una friolera de 36 años, salía de mi casa de Beijing para tomar, por primera vez en mi vida, un avión y emprender un viaje de estudios a un lejano país extranjero, en este caso a la Escuela Diplomática de Madrid, España, donde viví una experiencia única de muy duro trabajo académico a la vez que un sumamente enriquecedor cosmopolitismo, experiencia que ha venido a engrosar un acervo de conocimiento profesional y de cultura general de imponderable valor para la carrera profesional, y personal, de uno.
Aquel viaje de estudios mío tuvo lugar cuando China era un país con dos tercios de su población viviendo por debajo de la línea de la pobreza; hoy esa cifra se ha reducido a alrededor del 1%. Entonces la economía china representaba apenas un 2% de la economía mundial; hoy esa cifra ha acrecentado al 16%, siendo China desde hace un buen número de años la segunda economía mundial, con un producto interno bruto equivalente a la suma de los británico, francés, italiano, indio, brasileño y canadiense juntos, cifra 2018 y cuyo crecimiento anual constituye un aporte del orden del 30% al mundial.
En términos per cápita, entonces el ingreso chino no pasaba de 200 dólares mientras hoy pasa los 9 mil, muy probablemente los 10 mil terminado el presente año.
Y un dato interesante que refleja el tipo de relación entre China y América Latina. Hace 36 años atrás, en toda China, sospecho, había poco más de un centenar de estudiantes de la lengua española mientras hoy son varios miles.
Entonces los pocos estudiantes extranjeros en China eran objeto de miradas curiosas casi inocultables de la gente local mientras hoy el número de estudiantes extranjeros ronda el medio millón y, andando por las calles ya nadie les presta la menor atención, no por falta de educación sino de curiosidad.
A lo que voy: en menos de 4 décadas transcurridos después de mi viaje al extranjero como becario, China se ha convertido, como afirman muchos, en otro país. No obstante, su decisión de seguir por el camino de reforma y apertura, de inserción e integración cada vez más profunda con el resto del mundo, permanece sin cambio. Todo lo contrario, sólo se vuelve más firme y más vigorosa.
Lo que es más, hoy en día, con el Presidente Xi Jinping al mando, la nación china ha entrado en una nueva era de desarrollo, caracterizada, entre otras cosas, por una mayor voluntad de dar más de sí en contribución a la mejora de la gobernanza global, o, en nuestra terminología, a la forja de una comunidad de destino de la humanidad. He aquí el objetivo de la Iniciativa Franja y Ruta, formulada por el Presidente Xi Jinping, orientada a convocar a un esfuerzo mancomunado entre todos y cada uno de los miembros de la comunidad internacional por alcanzar, afianzando la interconectividad mundial de todo orden-político-estratégica, infraestructural, comercial, financiera y humano-cultural, una prosperidad común.
Y, ¡qué duda cabe! la cooperación internacional en materia educativa resulta de vital importancia a fin de fortalecer continuamente el intercambio y entendimiento entre los pueblos, uno de los componentes esenciales de dicha Iniciativa.
En tal sentido, la embajada china en Panamá abriga la mejor disposición a trabajar, de manera inclaudicable y siempre en estrecha colaboración con autoridades panameñas pertinentes, por empujar constantemente adelante dicha cooperación como una de las áreas de más alta prioridad de nuestra agenda bilateral, una agenda claramente sustentada sobre la visión, compartida entre nuestros líderes, de apertura, de conexión, de comunicación, de globalización, de comunidad de intereses y de destino entre todos los ciudadanos de este planeta de todos nosotros.
Quiero aprovechar esta ocasión para agradecerles a todas las entidades gubernamentales panameñas concernientes por su continuo apoyo y generoso concurso.
Damas y caballeros:
Si bien según Confucio nada trae más felicidad que dedicarse a aprender y estudiar, a partir de mis propias experiencias como becario en un país extranjero pienso que siempre es bueno no subestimar los desafíos, en particular para los recién llegados a tierras lejanas y desconocidas o en todo caso poco conocidas-se percatarán de que hasta la misma comida china allá sabe distinta de cómo sabe acá. Y no hablemos de la barrera del idioma, la distancia de la casa, de la novia o novio...en fin, de la habitual y acostumbra zona del confort.
Por otro lado, uno también está convencido de que todas esas barreras y desafíos son vencibles; que lo único invencible es la juventud, juventud con ganas de trabajar, de aprender y de crear.
Así que termino manifestando mi plena confianza y mis mejores votos por que ustedes, jóvenes becarios panameños a China 2019, vayan a salir adelante, que terminen sintiéndose en China tan en casa como yo en Panamá y que terminen siendo estupendos embajadores de Panamá allá en China o dondequiera que vayan.
¡Muchas gracias!